martes, 29 de mayo de 2012

Las agujas de coser en el Paleolítico superior


Uno de los avances más sencillos y con más consecuencias posteriores para la Humanidad fue la fabricación de agujas de coser perforadas, las cuales apenas han variado en sus diseños desde la Prehistoria hasta la actualidad, salvo por el cambio de material utilizado. Las agujas permitieron confeccionar ropas más eficaces para combatir el frío en las latitudes más septentrionales, una ventaja de adaptación cultural nada despreciable.


Las primeras agujas documentadas se remontan a uno de los periodos del Paleolítico superior, el Solutrense (21.0000 BP), concentrándose durante este tecnocomplejo su documentación arqueologica en el valle del río Vézerè (Francia). Sin embargo, la implosión de agujas en el registro arqueológico se produce durante el Paleolítico superior final (Magdaleniense). Aunque existen algunas citas muy dudosas de artefactos interpretados como agujas y relacionados con Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis. En la Península Ibérica son muchos los yacimientos donde se han documentado agujas, podemos citar las cuevas de Altamira, El Mirón o El Pendo en Cantabria, Las Caldas en Asturias o Allós de Balaguer en Lleida, Cova dels Mosseguellos de Vallada en Valencia.


Las materias primas empleadas en la confección de las agujas paleolíticas fueron diversas, principalmente los huesos largos procedentes de los animales cazados, en menor medida las astas de los cérvidos e incluso el marfil de los mamuts, aunque no es de descartar que algunas de ellas fuesen fabricadas en madera y que no nos hayan llegado en el registro arqueológico por motivos de conservación diferencial.Sus tamaños son variables, soliendo medir entre los 3 y los 8 cm, aunque en ocasiones sobrepasaban esas dimensiones. Su grosor estaba entre los 0,5 y los 2,4 mm, acabando en punta.

La técnica es sencilla, a partir de un hueso largo o un asta se extrae mediante un buril (aunque en ocasiones pudieron usarse lascas) una varilla larga y estrecha por medio de un doble ranurado. Una vez extraída se va raspando con una piedra arenisca hasta dejarla perfectamente pulida, se rebaja hasta el tamaño deseado y se le confiere un acabado en punta. Por último se procede a la perforación del cabezal para proporcionar el agujero de enebrar. Para ello se utilizaban cuatro técnicas diferentes, por presión se iban extrayendo esquirlas hasta obtener el agujero, por rotación circular empleando un perforador, por rotación alternativa, obtienendo primero un semicirculo y después el segundo, por profundización, golpeando un objeto punzante.

Debemos señalar que, aunque no existen pruebas directas, como hilo se púdieron usar los tendones de los animales cazados o bien fibras vegetales.

¿Usó neandertal agujas de coser?

En principio parece poco probable la supervivencia en climas fríos como los que en parte ocupó neandertal sin ropas de abrigo eficientes así como sin fuego, sin embargo el registro arqueológico no ha proporcionado pruebas contundes de que ni los neandertales ni los sapiens de los tecnocomplejos Auriñaciense y Gravetiense hubiesen desarrollado agujas destinadas a la costura de ropas.
Existen referencias antiguas a objetos interpretados como agujas por el investigador francés Bordes en el yacimiento Combe Grenal (Francia) dentro de un musteriense clásico datado en 115.000 BP (Paleolítico medio) que deja bastantes dudas y alguna más moderna como Donald Johanson en su libro “De Lucy a la lengua”, el cual cita una aguja neandertal datada en 28.000 años, pero la evidencia arqueológica es demasiado débil como para el momento aceptar que neandetal empleaba en sus ropas agujas de coser, aunque nada descartable.



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