domingo, 10 de febrero de 2013

Las lanzas de Schoningen: Las lanzas de caza más antiguas del mundo (400.000 años).


El yacimiento de Schoningen en Alemania se encuentra en unas explotaciones mineras de lignito (carbón vegetal) al aire libre, el cual proporcionó ocho lanzas que son, por el momento, los artefactos de madera más antiguos conservados, datados en una cronología aproximada de unos 400.000 años (Paleolítico inferior), su estado de conservación es espectacularmente bueno. Fueron documentadas en la asociación con los restos óseos de grandes herbívoros entre ellos numerosos caballos. El estudio microscópico de los restos óseos permitió comprobar marcas de descarnado, lo que constituye la prueba irrefutable de que los grupos humanos preneandertales que fabricaron las armas eran activos cazadores con un importante dominio del medioambiente que habitaban. Aunque la madera es una materia prima perecedera bastante difícil de documentar en los yacimientos del Paleolítico inferior y medio las especiales condiciones del yacimiento alemán en que se preservaron las lanzas, enterradas en una turbera con altas condiciones de humedad, ha permitido que llegaran casi intactas hasta el momento de su exhumación.

Descripción de los restos

Homo heidelbergensis es la especie humana que está detrás de la fabricación de estos útiles de caza. El proceso mental que conlleva su fabricación es complejo, por lo que exige un desarrollo cerebral importante debido a la problemática planificación y el diseño sofisticado necesario para tallar en madera estas lanzas. El hallazgo de las lanzas de Schoningen puso fin a la polémica de si especies humanas anteriores al Homo sapiens había sido capaces de practicar la caza mayor. Homo heidelbergensis debía poseer además un importante conocimiento de las materias primas de las que disponía en su nicho ecológico ya que empleó madera de pícea (abeto), talaron los troncos y los fueron desbastando hasta llegar al interior del árbol cuyas características de dureza son las más propicias para fabricar herramientas destinadas a actividades cinegéticas.

Las lanzas tienen un diámetro de 47 mm y tres de ellas fueron localizadas completas con una longitud de 1,82, 2,25 y 2,30 metros. Un cuarto ejemplar superaba los 2 m pero se rescató de las tierras de la turbera ya en cuatro fragmentos. Las otras cuatro no se pudieron recuperar completas. Estas jabalinas del Pleistoceno medio presenta un peso variable de alrededor de dos kilos, se distingue las puntas muy afiladas y hacia la mitad de su longitud se produce una pequeña angulación. Del análisis de sus características se colige un pensamiento complejo que va más allá de una simple talla de un palo aguzado, sino que hay un estudiado diseño, con un reparto de los pesos que permiten ser lanzadas a larga distancia, una sofisticada tecnología que las asimila a las modernas jabalinas de la competición atlética. El mayor peso se repartía hacia la punta, lo que desplazaba el centro de gravedad y permitía una vez alcanzada la máxima altura un descenso más o menos vertical en el cual se adquiría la velocidad necesaria para clavarse sin dificultad en la diversas presas. Otro aspecto tecnológico que permite estudiar las lanzas es el control del fuego, que además de proporcionar luz y calor, daba seguridad ante los depredadores y permitiría procesar los alimentos. Homo heidelbergensis emplea el fuego para endurecer las puntas de las danzas, mejorando su resistencia y facilitando así su penetración en la piel animal.

Los hallazgos de materiales arqueológicos se complementaron con una estaca de 78 cm y un diámetro de 3 cm para los que los investigadores no ha aportado una explicación convincente: armas arrojadizas para adormecer a las presas al golpearlas. Además aparecieron tres hogares bien conservados relacionados con el procesamiento de las piezas de la caza.

Arqueología experimental

Un estudio del antropólogo Bruce Hardy (Kenyon College, Ohio) se propuso comprobar de que modo se emplearon estas lanzas durante la caza, si fueron usadas como proyectiles o bien se clavaban a corta distancia. Para ello se realizaron réplicas exactas de las mismas que con la ayuda de una ballesta se dispararon contra pieles de vaca y de oveja rellenas de gel de balística. Los resultados no fueron nada concluyentes, en los lanzamientos desde 29 m la danza sobre animales de piel fina (oveja) rebotaban. El propio Hardy admitía que era indudable que Homo heidelbergensis había dado muerte con esas lanzas a animales de gran tamaño por lo que los resultados se veían lastrados por algún factor no detectado.

Schoningen

Homo heidelbergensis es un linaje propiamente europeo que evolucionó en condiciones de aislamiento genético desde las poblaciones de Homo antecessor (Sierra de Atapuerca cierra) hasta la formación de los rasgos fundamentales que dieron lugar a las poblaciones neandertales clásicos como adaptación a las condiciones medioambientales en Europa. Es probablemente la humanidad físicamente más potente que haya existido, con una altura de 1, 80 m y una masa corporal de 105 kg.

Sin embargo, esa potencia física ya va acompañada de una importante expansión cerebral y de sus capacidades cognitivas. Además de los aspectos ya referidos de dominio tecnológico desprendidos del análisis de las lanzas existen otras pruebas que ahondan que las capacidades intelectuales de esta especie. El dominio del fuego está perfectamente documentado para esta especie (500.000-200.000 años). La reunión en torno al hogar hace evolucionar hacia formas más complejas las relaciones interpersonales con las lógicas consecuencias en la vida social. Una de ellas es la caza colectiva o en grupo. El yacimiento de Schoningen se encuentra a orillas de un antiguo lago donde los herbívoros se acercaban a beber durante el Pleistoceno y allí los grupos humanos que fabricaron las lanzas los daban caza por medio de emboscadas grupales. Sin duda, al calor del fuego, Homo heidelbergensis comenzó a preguntarse por el significado de la muerte y en consecuencia se desarrollaron las primeras formas de enterramiento, al menos esto es lo que sostiene el equipo de investigación de los yacimientos de Atapuerca. Como prueba de ello se han esgrimido los restos óseos de la Sima de los Huesos, una acumulación intencionada de cadáveres de al menos 32 individuos cuyos investigadores han atribuido una simbología ritual por la asociación con un bifaz de magnífica calidad.

El pleistoceno medio

Las lanzas de Schoningen permiten hacer estudios de los anillos de crecimiento de la madera en la que están fabricadas y los resultados arrojan unos ritmos de crecimiento lento relacionados como un clima frío y más bien seco. Es una época marcada por las glaciaciones en Europa con temperaturas bastante más frías que las actuales, esas condiciones provocan una expansión de las zonas glaciares y la regresión del mar, con especies de fauna adaptadas a las zonas de estepas, tundras, taigas y ambientes árticos.

Lanza de Schoningen


La supervivencia de las poblaciones de Homo heidelbergensis en un clima tan adverso sólo fue posible gracias a las ventajas que reportó el control del fuego y el uso de pieles animales como abrigo contra el frío. Aunque no se han encontrado restos arqueológicos que documenten el uso de ropas, éste se puede inferirse del estudio de las huellas de uso en el utillaje lítico, las cuales demuestran que estas poblaciones dominaban las técnicas del curtido de pieles.

Como zonas de hábitat se tiene la imagen de la ocupación de abrigos y las entradas de las curvas pero también fueron habituales en la Europa del Pleistoceno medio la ocupación de campamentos al aire libre. Así, se han documentado cabañas en algunos yacimientos como los de Terra Amata (Francia) con una organización espacial compleja y una división definida por actividades. Sobre la arena de una antigua playa se levantó una cabaña de forma oval con ramas entrelazadas en el techo y rodeada de cantos grandes, en el centro de la cabaña se localizaba hogar. Pero las cabañas no sólo se construían en campamentos en el exterior, sino que dentro de las cuevas también se dotaban de un espacio más acondicionado. Un ejemplo de cabaña en el interior de cueva se documenta en el yacimiento francés de Lazaret (Niza), con unas dimensiones de 11 × 3,5 m y de forma rectangular. La técnica constructiva consistía en un armazón de tablones de madera hincados en el suelo y recubiertos de piel ajustadas mediante piedras perimetrales. La cabaña contaba con dos entradas situadas hacia el interior de la cueva y un muro protector de vientos en la entrada de la cueva. El interior se dividía en dos estancias cuyos suelos se cubría con dramas y pieles para dormir.

Recupero este artículo del 13/02/2011 en el diario "Alerta" (Cantabria)
Con posterioridad a este articulo se publicaron unas puntas en Sudáfrica datadas en 500.000 años como bien me ha recordado el compa David del blog Prehistoria al día. Os pongo aquí el articulo que publicó en su blog http://prehistorialdia.blogspot.com.es/2012/11/lanzas-con-puntas-de-piedra-hace-500000.html

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