La cueva de El Castillo
es un enclave arqueológico localizado en el monte homónimo del
pueblo de Puente Viesgo (Cantabria), que junto a otras cuevas con
representaciones paleolíticas de la Cornisa Cantábrica fueron
declaradas Patrimonio de la Humanidad, entre ellas emblemas como Tito
Bustillo, La Garma o Altamira. En su entorno, en el mismo monte, se
hallan enclavadas otras cuevas también con magníficas
representaciones pleistocénicas como Las Monedas, Las Chimeneas o la
Pasiega. El Castillo además de reunir en sus paredes-lienzos la
esencia del mal llamado arte paleolítico tiene en su depósito
arqueológico uno de los yacimientos más importantes de Europa del
Paleolítico medio y superior, con una potencia estratigráfica
impresionante.
Aunque poco conocido por
el gran público el hombre-bisonte de El Castillo es una de las obras
más singulares del Paleolítico. A nivel formal es una escultura en
bajo relieve que no alcanza a ser de bulto redondo ya que está
embebida en una estalagmita. La propia naturaleza comenzó el trabajo
y fue la mente del hombre paleolítico quien adivino las formas en la
propia roca y acabó configurando un antropomorfo con rasgos humanos
y animales. En él se conjugan las tres técnicas fundamentales del Paleolítico: la escultura, el grabado y la pintura.
Calco hombre-bisonte (El Castillo) |
Fotografía Hombre-bisonte (El Castillo) |
Aprovechando las
caprichosas formas de la roca se configura una figura con cabeza y
cuerpo de bisonte acabando en extremidades inferiores humanas, donde
se puede apreciar con claridad la forma del pie humano. Se pueden
observar en trazo negro los cuernos en la parte superior,
aprovechando una concavidad natural se insinúa el ojo que para ser
remarcado se han grabado trazos finos en su contorno. La jiba
aprovecha una protuberancia natural de la roca, la cual ha sido
resaltada por medio de la técnica del raspado. Aunque el estado
actual del pigmento es bastante precario en origen toda la
representación estuvo pigmentada de negro. Está representado en
vertical con unas dimensiones de 73 cms de altura y variables en su
anchura.
Su clasificación es
problemática al no contar con dataciones directas. Esto hace
necesario recurrir a comparaciones formales, basadas en criterios
estilísticos en función de los cuales investigadores como el abate
Breuil, Perelló o Leroi Gorham las clasificaron dentro del
tecnocomplejo Magdaleniense, en el estilo IV de la clasificación
tradicional propuesta por este último. Sin embargo, las avances en
los sistemas de datación han puesto de manifiesto lo obsoleto de
este tipo de clasificación. Si conjugamos la comparación
estilística con las nuevas dataciones del arte es posible que el
hombre-bisonte de El Castillo hubiese que encuadrarlo en uno de los
tecnocomplejos antiguos del Paleolítico superior, el
Auriñaciense, ya que esa es la datación de uno sus paralelos más
claros, el antropomorfo de la cueva de Chauvet.
Figuras de
hombre-bisonte en el contexto europeo
El tema de los
antropomorfos dentro del la temática general del arte
paleolítico es relativamente común aunque minoritaria tanto en las
representaciones parietales como en el arte mobiliar. A su vez el
tema de la figura humana, dentro del cual se encuentra el
hombre-bisonte de El Castillo, admite varias subdivisiones, como
figuras masculinas y figuras femeninas, retratos, manos en negativo y
positivo, batracios...
A la hora de buscar
paralelismos nos centraremos en la figura masculina y en el arte
parietal (a pesar de ser una división totalmente artificial la
separación del arte mueble) que es donde se encuentran los ejemplos
más cercanos, obviando los demás subtemas, incluso los retratos
masculinos del arte mobiliar del yacimiento francés de La Marche(Francia), Isturitz (Euskal Herria), Mas d´Azil (Francia).
Siguiendo un criterio
estricto no es posible hablar de representaciones masculinas en el
arte parietal, no hay ninguna representación que sea la de un
hombre, salvo el retrato de Mausoulas o el recientemente presentado de la Cueva de Ambrosio (Almeria). Aparece siempre animalizado, es decir, con rasgos propios del bestiario
pleistocénico. Si embargo es posible reconocer la figura masculina
por la presencia de dos características, representación en postura
erguida y con el sexo erecto.
El paralelismo más
evidente lo encontramos en la cueva de Chauvet tanto por la temática
representada (un hombre-bisonte), como por las características
formales y el soporte empleado. Nos encontramos ante una figura
bípeda pintada con color negro y que reproduce algunas de las
características que ya hemos observado en la cueva cántabra, cuerpo
de bisonte (astas, jiba, cabeza) y extremidades humanas. La
representación está asociada a otra en la cual se intuyen las
piernas y el pubis de una Venus paleolítica, lo cual ha dado lugar a
la interpretación de la escena de una relación de sexo. El bisonte
han sido datado en 32.900 B.P, durante el tecnocomplejo Auriñaciense.
Hombre-bisonte (Chauvet) |
Otras dos
representaciones de hombre-bisonte se localizan en la cueva de
Les Trois-Fréres, uno de ellos es el famoso brujo en
que se representa una figura con cabeza y cuerpo de bisonte y
extremidades humanas que está tocando una flauta. Parece estar
dentro de una escena en que iría guiando a una manada de animales.
Existe en la cueva una segunda figura masculina bestializada con
rasgos de bisonte, en esta ocasión se representa aislada y con la
cabeza girada hacia atrás. En ambas observamos las características
definitorias señaladas anteriormente, bipedismo y sexo marcado.
Aunque en el primer caso la interpretación como figura masculina me
genera algunas dudas ya que la presencia del sexo puede verse como
parte de la barriga.
Calco "brujo de la flauta" (Trois Frères) |
Antropomorfos con
rasgos de otros animales
Dejando atrás la figura
del hombre-bisonte encontramos otras representaciones de la figura
masculina que siguen los mismos patrones descritos pero introduciendo
variaciones en la temática representada. Uno de esos ejemplos se
encuentran en la misma cueva de la dos figuras anteriores, en este
caso las extremidades humanas se hallan asociadas a una cabeza de
búho o una lechuza, cornamenta de cérvido y una cola de caballo. La
posición erguida no es plena, lo cual sugiere la representación de
algún tipo de danza. La representación del sexo masculino aparece
entre las piernas pero en la parte posterior (lo cual siembra ciertas dudas). La técnica empleada es
la pintura negra, bastante degradada en la actualidad. Hay que
señalar que en la fotografía no se observa la cornamenta
representada en el calco del Abate Breuil.
Calco de Breuil (Trois Freres) |
Fotografia del calco |
Las tres figuras de la
cueva de Trois Frères se han clasificado dentro del Magdaleniense
medio por criterios estilísticos (con la prudencia necesaria por las
causas ya comentadas).
El hombre-uro de Gabillou
es una variación de temática análoga: extremidades humanas en las
que se observa claramente la forma del pie humano asociadas a rabo,
cabeza y astas de uro. La posición también es erguida aunque con
las piernas ligeramente flexionadas, lo cual nuevamente ha sido
interpretado como una posición danzante. Nuevamente nos encontramos
su atribución al género masculino por la presencia de un supuesto
sexo erecto que genera dudas pero resulta aceptable. La técnica
utilizada es el grabado profundo.
Calco de Gabillou |
Brujo de Gabillou |
Existen otras
representaciones masculinas como en el caso de Altamira o Lascaux
donde se asocían a cabezas de aves, con las características
habituales de posición erguida y sexo destacado, así como otros
casos discutidos como los casos de Los Casares y Hornos de la Peña
pero que en mi opinión se asimilan más a batracios. Del mismo modo
considero que las tres representaciones antropomorficas de la cueva
de Las Monedas (en el mismo monte Castillo) no presentan los
suficientes rasgos definitorios para clasificar las representaciones
como figuras masculinas, a pesar de que han sido interpretadas como
hechiceros, reflejando una vez más la ideología masculina
dominante.
Antropomorfo de La Pasiega |
Deliberadamente omito en
este artículo la comparación con una de las piezas de arte mueble
más famosas, la figura leontecéfala conocido como Hombre-León de
Hohlenstein, ya que aunque presenta paralelismos evidentes con las
anteriores representaciones en cuanto a la bestizalización de la
figura humana en mi opinión su atribución al género masculino sólo
es explicable a partir de un androcentrismo más o menos consciente. El
análisis de sus rasgos formales invitan más a interpretar la pieza
como la Mujer-León de Hohlenstein a partir de la presencia de un
evidente triángulo púbico y la ausencia de la característica
melena de los leones. Pero esto es parte de otro artículo.
Interpretación
A lo largo de la
historiografía podemos encontrar numerosas interpretaciones que
relaciona estas figuras antropomorfas con chamanes, brujos o
hechiceros, destacando los trabajos del investigador francés Jean
Clottes. En algunos casos estas teorías se basa en comparaciones
etnográficas que requieren cierta prudencia al comparar las
sociedades chamánicas actuales con las sociedades de
cazadores-recolectores del Paleolítico superior. Resulta difícil de
aceptar que esas sociedades no hubiesen evolucionado nada en más de
40.000 años. También parece criticable que este tipo de
representaciones se asocie siempre a cuestiones religiosas,
despreciando los aspectos lúdicos que se pueden observar en las
representaciones como la música, la danza o por qué no los
disfraces de animales. Otro aspecto que silencian estas teorías es
la participación de la mujer, atribuyendo la práctica de ritos a
chamanes o brujos en masculino, obviando la presencia de
representaciones femeninas igualmente animalizadas con rasgos del
bestiario paleolítico.